jueves, 24 de julio de 2014

A 38 años de los Apagones de Ledesma, encender la llama

por Natalia Morales

Quien comanda una fábrica tan poderosa, dispone del poder político, del estado y sus instituciones. De la Electricidad, del aire, del agua, de la tierra para así coartar a las personas que le son necesarias. Subordinación necesita todo empresario. También Blaquier. Sin embargo, el control tiene sus fallas y la hegemonía de los poderosos muestra sus grietas y así, en aquella ciudad lejana para muchos, los esclavos levantaron una vez más la cabeza. A los que fueron viendo el poder de su clase, los que se organizaban en la fábrica, en el campo, quienes abrieron los ojos y dieron cuenta  de el poder generado junto a estudiantes, a ellos, y al pueblo también, Blaquier intentó apagarlos. Sucumbiendo en el terror, en el miedo, persecución y en la tortura de más de 400 trabajadores y estudiantes que fueron secuestrados entre el 20 y 27 de julio del 1976 y cuyos 33 siguen desaparecidos. Los apagones, como lo dice su nombre, fueron cortes de luz en varios pueblos de Ledesma, donde vivían estos activistas. Mientras reinaba la oscuridad propiciada por el control de la electricidad del genocida, las fuerzas represivas avanzaban en ejecutar lo que en letra exigían los empresarios que llamaron al golpe como Blaquier. Pero los apagones fueron más que eso. Un mensaje para nuestra clase. Para un pueblo trabajador que, en concordancia con los procesos más avanzados de organización y lucha en el país, se proponía cambiar los roles impuestos en este sistema. Hoy nosotros retomamos esas banderas. Sabiendo que quienes vivimos "cielo arriba" tenemos tareas importantes, retomando los hilos de nuestra clase, dando continuidad al cimiento de la organización clasista en estas tierras de hombres y mujeres tan combativos, junto a la juventud y sectores oprimidos. Si los apagones tuvieron ese objetivo, nosotros nos proponemos encender la llama que alimente nuestras aspiraciones de libertad, por fuera de la miseria de lo posible, dejando atrás el capitalismo. Forjando una sociedad donde deje de existir la explotación del hombre por el hombre, donde la electricidad, el agua, la tierra, nuestros conocimientos, dejen de estar en propiedad de unos pocos y sean para beneficio de todos los muchos que hacemos funcionar este mundo.