miércoles, 6 de febrero de 2013

Emi - empleada doméstica


También topamos en el camino con una muchacha alegre y jodona de 20 años, Emi. Su hija tiene un año, Lucía y se la pasa de teta en teta tratando de calmarla entre un chiste y otro. También laburante en Salta capital. Empleada doméstica. Cama adentro. Tiene que cuidar a la señora, está enferma. Está segura que la patrona tiene mucha plata. Pero respetando las costumbres burguesas de Salta “la linda”, le pagan 1000 pesos por su trabajo de limpieza y de atención de la enferma. El padre de Emi, fue obrero del Ingenio San Martín del Tabacal, como muchos adultos oriundos de la zona que trabajaban allí antes de que la mecanización expulsara mucha mano de obra y la enviara a dar vueltas por las provincias en busca de las cosechas de ocasión. Luego de un accidente el hombre no pudo trabajar más. Se tuvo que conformar con una pensión también de 1000 pesos con los que se mantienen él y su mujer en Los Toldos. Crían patos, tienen una huerta para ahorrar en la comida. La doña se descarga cantando coplas para el carnaval, para la ocasión festiva que pinte o simplemente cuando está alegre. Sus hermanos viven en Mendoza. Fueron a trabajar a las fincas y se quedaron ahí “que hay más trabajo”. Vuelven a Los Toldos en Mayo, para el bautismo de Lucía. Emi quiere terminar el secundario, va a tratar de hacerlo en un acelerado de la ciudad como muchos jóvenes trabajadores. Su trabajo es una de las principales salidas laborales para las mujeres del norte argentino que migran a las ciudades en busca de un mejor futuro y terminan limpiando las casas de los burgueses, cuidando y criando a sus hijos, y hasta cuidando de ellos cuando están enfermos, como ella.

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