viernes, 10 de octubre de 2014

Ni Sumisas, Ni Calladas

por Natalia Morales

Sumisas y calladas
dicen que somos aquí, 
como ley de naturaleza
lo que nos toca vivir.

Pero qué saben aquellos
lo que nosotras sabemos,
del poder que tenemos
para romper el silencio.

Ay, sí! gritamos, gritamos
por las penas que cargamos,
por mujeres que asesinan
por niñas desnutridas.

Ay, sí! luchamos, luchamos
por mujeres que trabajan, 
por víctimas de la trata
por mujeres violentadas.

Así llegamos a Salta
a pelear en el Encuentro,
y pa`que la iglesia 
no se meta en nuestros cuerpos.

(Contra el código civil de Cristina
por la libertad de las detenidas (de Calilegua),
por todas las Evelias,
y pa` que conquistemos
el aborto legal como derecho)


domingo, 5 de octubre de 2014

Su NO le costó la vida. Hoy es nuestra bandera de lucha


por Natalia Morales

Evelia cae muerta delante de sus alumnos y ellos escapan hacia el monte junto a la joven que estaba con ellos. Ellos temen ser asesinados igual que su maestra. El asesino, un lugareño del paraje El Bobadal, 60 km al este de la ciudad de Tartagal, al norte de Salta, fue quien disparó la escopeta, el viernes 3 de octubre por la noche, después de que Evelia lo haya echado de la escuela, por intentar abusar sexualmente de una joven a quién la maestra brindo asilo. Pasadas las horas y el día, una directora de otro paraje cercano en el monte salteño, es informada de la situación y es quien avisa a las autoridades del hecho, con la dificultad hasta de poder comunicarse por teléfono, ya que en estos lugares la señal de celulares y otros servicios como agua y gas son un privilegio. Así el agresor escapó y sigue prófugo.
Pasaron las horas y la noticia del asesinato de Evelia empezó a conocerse y generó una gran conmoción en sus compañeras docentes. Evelia, fue parte de la lucha que dieron los Docentes Unidos de Salta, contra los salarios miserables, como los $4000 y monedas que ella cobraba, pero también contra las pésimas condiciones de trabajo a la que se ven sometidos los docentes y muchos más los rurales. Su trabajo como el de miles de docentes golondrinas, es el de migrar de una escuela a otra. El desarraigo pesa como parte de sus equipajes. Zonas de difícil acceso vehicular, sin transporte, sin electricidad, sin señal de teléfono.
Lejos de sus afectos, las maestras van tejiendo relaciones con sus alumnos con los que convive, como sucedió con Evelia, en la escuela albergue, pero también con sus pobladores, la mayoría de pueblos originarios, quienes van curtiendo la vida de estos trabajadores que se ven indagados a involucrarse y no mirar al otro lado, ante las situaciones más difíciles que viven estos sectores dejados al abandono y la miseria por parte del gobierno provincial y nacional. En Tartagal la desnutrición y el hambre prevalece sobre los adultos y los niños, como también el Roundup que consumen al beber las pocas fuentes de agua contaminadas por el veneno que fertilizan sobre la soja y sobre sus cabezas y son las mujeres las que cotidianamente se ven sometidas a distintas formas de violencia por ser mujeres, por ser pobres y también por pertenecer a etnias de pueblos originarios.
Evelia murió asesinada delante de sus alumnos defendiendo a una mujer que no quería ser abusada, ni golpeada, ni sometida, como miles de mujeres que viven la misma situación en distintos puntos del país. A una mujer cada treinta horas que DICE NO le cuesta la vida. En Salta ya son trece las mujeres asesinadas. Evelia dejó una enseñanza para esos niños que es la defensa de sus derechos. Para nosotras un motivo más para seguir organizándonos. Hoy Evelia es también nuestra bandera de lucha.